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Actitud Frente Al Embarazo Adolescente

La adolescencia, es un periodo de transición, una etapa del ciclo de crecimiento que marca el final de la niñez y prenuncia la adultez. Para muchos jóvenes la Adolescencia es un periodo de incertidumbre e inclusive de desesperación; para otros, es una etapa de amistades internas, de aflojamiento de ligaduras con los padres, y de sueños acerca del futuro. El término adolescente se usa generalmente para referirse a una persona que se encuentra entre los 13 y 19 años de edad, periodo típico entre la niñez y la adultez (Papalia, Wendkos y Duskin, 2004).
Asumida como la etapa de maduración entre la niñez y la condición de adulto. El término denota el periodo desde el inicio de la pubertad hasta la madurez y suele empezar en torno a la edad de catorce años en los varones y de trece años en las mujeres. Aunque esta etapa de transición varía entre las diferentes culturas, en general se define como el periodo de tiempo que los individuos necesitan para considerarse autónomos e independientes socialmente (Microsoft Corporation, 2003).

Con respecto al desarrollo físico, el comienzo de la pubertad está asociado con cambios drásticos en la estatura y en los rasgos físicos. En este momento, la actividad de la hipófisis supone un incremento en la secreción de determinadas hormonas con un efecto fisiológico general. La hormona del crecimiento produce una aceleración del crecimiento que lleva al cuerpo hasta casi su altura y peso adulto en unos dos años. Este rápido crecimiento se produce antes en las mujeres que en los varones, indicando también que las primeras maduran sexualmente antes que los segundos. La madurez sexual en las mujeres viene marcada por el comienzo de la menstruación (menarca) y en los varones por la producción de semen (espermarca). Las principales hormonas que dirigen estos cambios son los andrógenos masculinos y los estrógenos femeninos. Estas sustancias están también asociadas con la aparición de las características sexuales secundarias. En los varones aparece el vello facial, corporal y púbico, y la voz se hace más profunda. En las mujeres aparece el vello corporal y púbico, los senos aumentan y las caderas se ensanchan. Estos cambios físicos pueden estar relacionados con las modificaciones psicológicas; de hecho, algunos estudios sugieren que los individuos que maduran antes están mejor adaptados que sus contemporáneos que maduran más tarde (Papalia et al., 2004).

Por otro lado, con respecto al desarrollo intelectual durante la adolescencia no se producen cambios radicales en las funciones intelectuales, sino que la capacidad para entender problemas complejos se desarrolla gradualmente. El psicólogo francés Jean Piaget determinó que la adolescencia es el inicio de la etapa del pensamiento de las operaciones formales, que puede definirse como el pensamiento que implica una lógica deductiva. Piaget asumió que esta etapa ocurría en todos los individuos sin tener en cuenta las experiencias educacionales o ambientales de cada uno (Papalia et al., 2004). Sin embargo, los datos de las investigaciones posteriores no apoyan esta hipótesis y muestran que la capacidad de los adolescentes para resolver problemas complejos está en función del aprendizaje acumulado y de la educación recibida (Microsoft Corporation, 2003).

Por último, con respecto al desarrollo emocional, el psicólogo estadounidense G. Stanley Hall afirmó que la adolescencia es un periodo de estrés emocional producido por los cambios psicológicos importantes y rápidos que se producen en la pubertad. Sin embargo, los estudios de la antropóloga estadounidense Margaret Mead mostraron que el estrés emocional es evitable, aunque está determinado por motivos culturales. Sus conclusiones se basan en la variación existente en distintas culturas respecto a las dificultades en la etapa de transición desde la niñez hasta la condición de adulto. El psicólogo estadounidense de origen alemán Erik Erikson entiende el desarrollo como un proceso psicosocial que continúa a lo largo de toda la vida (Microsoft Corporation, 2003). De allí, que el objetivo psicosocial del adolescente es la evolución desde una persona dependiente hasta otra independiente, cuya identidad le permita relacionarse con otros de un modo autónomo. Por lo tanto, es posible que la aparición de problemas emocionales sea muy frecuente entre los adolescentes (Microsoft Corporation, 2003).
Por todo lo anterior y según los fuertes cambios que se presentan en esta etapa, el tema está dirigido hacia el embarazo adolescente, considerado como el problema de salud reproductiva de Latinoamérica (Policía Nacional Colombia [PNC], 2004). Debido a esto, el embarazo adolescente, es parte de las practicas culturales vigentes en el marco de la constitución de las uniones y la formación de las familias actuales. Por ende, se presenta como un cambio de actitud donde se entiende que estas practicas se contraponen con los requerimientos de las sociedades modernas, en las que se considera que las mejores opciones de vida de los adolescentes no están ni en al maternidad ni en la paternidad, sino en el desarrollo de sus potenciales educativos y formativos en preparación para la vida adulta (National Organization on Adolescent Pregnancy, Prevention and Parenting [NOAPPP], 2005).

El embarazo en la adolescente es una condición que se sobre impone a su etapa. Las fases en la adolescencia colorean las actitudes de los adolescentes frente al embarazo. Hay diferencias profundas en las vivencias de la gravidez durante la adolescencia temprana, media y tardía (PNC, 2004).

Aunque se trata de un tema cuya valoración ha variado entre diferentes épocas y contextos
socioculturales, la maternidad temprana de alguna forma choca con las expectativas de la sociedad moderna, la cual reserva a la adolescencia una función de preparación para la vida adulta, no compatible con el ejercicio precoz de papeles típicamente adultos como la responsabilidad por la crianza de un hijo, una interpretación posible y ampliamente aceptada es que, dentro del contexto de la sociedad moderna, el embarazo en la adolescencia constituye un síntoma del fracaso de este proceso de preparación, que ocasiona la transición prematura a la vida adulta (Guzmán, Hakkert, Contreras y Moyano, 2001).

Siendo este un problema de gran importancia, ya que inicialmente es la razón para la hospitalización de las adolescentes. Cada año, según reporta el Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE] (2003), ocurren 697.029 nacimientos en Colombia, de los cuales 154.090 son de jóvenes entre 10 y 19 años de edad. Con respecto a la ciudad de Bogotá, D. C., se presentan 113.816 nacimientos, de los cuales 20.092 son de jóvenes entre 10 y 19 años de edad. En Colombia, algunas de ellas están casadas, pero 400.000 de ellas terminan abortando (Zamudio, 1998). Aconteciendo así, según el registro, el número de un millón de embarazos adolescentes aproximadamente. Se esté a favor o en contra del aborto, esta es una terrible situación. Además, habrán cambiado para siempre las vidas de esas 322.000 mujeres que culminan su embarazo y a menudo conservan su hijo. Además, sus oportunidades educativas y su futuro cambian a causa de sus hijos.

De acuerdo con los datos del proyecto de encuestas demográficas y de salud [DHS], para 1992 entre un 41 y 47% de los nacimientos de mujeres entre los 15 y 19 años de edad fueron "no intencionados" en países como Brasil, Bolivia, El Salvador y Perú. Este porcentaje era notoriamente más bajo en países como Colombia, Ecuador y Guatemala en los que las tasas se encontraban entre el 17 y el 27%. Aunque en 1995 se registró un reducción global de embarazos no planeados (entre 18% y 30%), en Colombia se reportó un aumento, pues el 37% de las mujeres casadas entre los 15 y 19 años y el 71% de las solteras, evaluaron su embarazo como un evento no intencionado (PNC, 2004).

La salud sexual y reproductiva adquiere dimensiones claramente diferenciadas en cosas de sexo. Precisamente, la fecundidad adolescente tiene mayor incidencia en mujeres que en varones, aun cuando estos inician su vida sexual mas temprano. En Perú, por ejemplo, la maternidad adolescente esta presente en una de cada diez mujeres, en tanto que la paternidad adolescente apenas en uno de cada cincuenta hombres. En los casos de Honduras y Nicaragua, más de un 20% de los adolescentes son padres. En consecuencia, los indicadores de fecundidad adolescente se calcularán principalmente para las mujeres; de hecho, la gran mayoría de las parejas, de madres adolescentes, no son adolescentes. Entonces, los indicadores de fecundidad adolescente masculina no son necesariamente los que mejor representan la situación de salud reproductiva de los hombres (Guzmán et al., 2001).

De acuerdo con esto, la fecundidad adolescente esta medida como el porcentaje de adolescentes que son madres o estaban embarazadas con el primer hijo en el momento de la encuesta, es mayor en zona rural (26%) que en la urbana (17%). Una de cada tres mujeres con educación primaria ha estado alguna vez embarazada, pero el nivel se reduce a la mitad entre las mujeres con secundaria (16%) (PNC, 2004).

En Colombia la encuesta DHS realizada por PROFAMILIA estimó que los índices de fecundidad de mujeres entre los 15 y 19 años presentaron un incremento en el periodo de 1990 a 1998 de 70 a 96 nacimientos por cada 1.000 mujeres. Es importante anotar que en el resto de grupos de edad se observó una disminución de la fecundidad, excepto en el grupo mencionado (PNC, 2004).

Las tasas de fecundidad de las adolescentes han descendido en la mayoría de los países en vías de desarrollo durante los últimos 20 años, aún así la conducta reproductiva de este grupo es de gran preocupación. En comparación con los cambios observados en fecundidad en los grupos de mujeres de mayor edad, en gran parte como resultado del uso de métodos de planificación familiar, las reducciones en la fecundidad de las adolescentes son principalmente obtenidas mediante la postergación de la primera unión (PNC, 2004).

Es importante anotar que el 15% de las adolescentes de 15 – 19 años ya han sido madres y 4% están embarazadas de su primer hijo, para un total de 19% que han estado embarazadas o ya han tenido partos, en comparación con 17% en la encuesta realizada en 1995, lo cual estaría mostrando un ligero aumento de la fecundidad en la adolescente (PNC, 2004). Una de cada cinco adolescentes de 17 años ha estado alguna vez embarazada, al igual que una de cada tres entre las adolescentes de 19 años (PNC, 2004).

De acuerdo a la situación actual y las tendencias recientes de la fecundidad adolescente, casi en la totalidad de los países de América Latina y el Caribe, este problema ocupa el primer lugar, ya que no existe un patrón único de fecundidad; al contrario, se presenta una gran heterogeneidad, tanto entre países como en el interior de estos. Si se utiliza la tasa de fecundidad adolescente como un indicador de los embarazos tempranos, se observa un primer grupo de países en los que sus valores son sustancialmente elevados (por encima de 11 nacimiento por cada mil mujeres entre 15 -19 años), entre los que se cuentan las naciones centroamericanas, excepto Costa Rica, Republica Dominicana, Jamaica y Belice. La elevada frecuencia de embarazos tempranos en esos países es parte de un patrón tradicional de uniones y relaciones sexuales iniciadas a temprana edad. De hecho, en estos países entre un 3% y un 6% de las mujeres tienen sus hijos antes de los 15 años, cifra que alcanza cerca de un 10% en mujeres sin escolaridad, lo que las expone a riesgo de muerte mucho mas altos tanto para ellas como para sus hijos. Un segundo grupo presenta tasas entre 75 y 100 por 1000: Bolivia, Paraguay, Ecuador, Panamá, Colombia, Costa Rica, Brasil, Venezuela, Haití, Perú. Finalmente, los países con tasas por debajo de 75 por 1000 son Cuba, Trinidad y Tobago, Barbados, Guyana y Surinam, y aquellos del cono sur cuya transición de una fecundidad alta a una baja se inicio muy tempranamente en el siglo pasado (Guzmán et al., 2001).

Aunque los efectos de un embarazo en la adolescencia sobre la carrera laboral y los futuros ingresos de la madre probablemente son mas significativos que los efectos de salud, no han sido investigados con la misma intensidad que estos, principalmente en América Latina y el Caribe. Debido, entre otras cosas, a la multiplicidad de criterios involucrados (efectos de corto o largo plazo, empleo o calidad del empleo, bienestar financiero o satisfacción con una situación de vida, etc.) y la variedad de metodologías, los resultados de diferentes investigaciones que se han realizado en los Estados Unidos, sobre las relaciones entre el embarazo adolescente y la situación económica posterior de la mujer, no siempre coinciden. Se ha encontrado que un nacimiento en la adolescencia rebaja la razón de ingreso/necesidades de una mujer de 21 – 33 años en mas de 30% y aumenta su probabilidad de pobreza de 16% a 28%. También se descubrió que un embarazo en la adolescencia generalmente reduce la probabilidad posterior de empleo (Guzmán et al., 2001).

Sin embargo, se encuentra que todas estas cifras se ven reflejadas debido a ciertos factores. La OMS considera que en la adolescencia se presenta un crecimiento notable de ideales y de la capacidad de iniciar planes de vida, se sufre un cierto asincronismo entre el desarrollo biológico y el desarrollo psicosocial. Esto genera problemas de ajuste emocional y social en una etapa en que los y las adolescentes deben afirmar su identidad sexual, aceptando sus cambios corporales y avanzando en su independencia psicológica hacia la adopción de estilos de vida adulta y de su propia identidad. Las respuestas a sus inquietudes se procuran en las fuentes más cercanas a sus actividades grupales. Los conflictos con la autoridad, derivados de sus necesidades de independencia y de tener sus propias experiencias, provocan en ocasiones el involucrarse en conductas de riesgo (Guzmán et al., 2001).

Entre tanto, las razones que explican la consideración del embarazo adolescente como un problema social serian “….el aumento y la mayor visibilidad de la población adolescente; la persistencia de las condiciones de pobreza de la población y la falta de oportunidades para las mujeres…., los cambios sociales y culturales que han llevado a modificar el contexto normativo bajo el cual se sancionan los embarazos tempranos y, por último, las condiciones adversas a las que se enfrenta un número creciente de jóvenes que difícilmente pueden hacerse cargo de una familia, a pesar de que en muchas ocasiones estarían dispuestos y aún deseosos de hacerlo”. Precisamente se distinguen cuatro argumentos que se esgrimen con mayor frecuencia para definir el embarazo adolescente como problema (Guzmán et al., 2001).

Inicialmente, la problemática que se relaciona con el embarazo en los jóvenes se particulariza
por: primero, conflictos familiares, violencia intrafamiliar, autoritarismo y deprivación afectiva; segundo, ausencia de uno o ambos progenitores y en consecuencia de buenos modelos y pautas de crianza óptimas; tercero, los tabúes sociales frente al sexo, la baja escolaridad de los padres y la ineficiencia de la educación sexual en los colegios; y cuarto, en algunos tipos de personalidad, la sobreprotección agudiza la necesidad de independencia y autoafirmación, encontrando en la relación sexual e incluso en la conducta reproductiva, la validación de los jóvenes en su rol de adultos.

En cuanto a la violencia intrafamiliar, encontramos uno de los factores de riesgo más significativos, como lo es el abuso sexual, este incluye todo tipo de acciones eróticas empleando el engaño o la fuerza física, asaltando la voluntad, autonomía e integridad de la persona violentada. Esta se comete con mayor frecuencia hacia la mujer que hacia el hombre y sucede siempre que se obligue al individuo a tener una relación sexual o asumir comportamientos eróticos contra su voluntad o sus valores morales. Pero los niños y las niñas también son víctimas de la violencia sexual ejercida por los adultos miembros de su familia (Gualdron, Gaitán, Bustos, Correal, Ríos, Ortiz y Castro, 2000).

Por otra parte, también existen factores comunes entre los padres adolescentes: primero, la anticipación de la menarca y los cambios en los patrones sexuales premaritales, aumentando el período y riesgo de concepción, donde el desarrollo sexual influye. Los cambios físicos que ocurren en la pubertad son los responsables de la aparición del instinto sexual. En esta etapa su satisfacción es complicada, debido tanto a los numerosos tabúes sociales, como a la ausencia de los conocimientos adecuados acerca de la sexualidad. Sin embargo, a partir de la década de 1960, la actividad sexual entre los adolescentes se ha incrementado; segundo, la búsqueda, a través del embarazo, de formación de vínculos duraderos con la pareja y el poder expresar la rebeldía contra las figuras de autoridad; tercero, la actitud de inestabilidad, el carácter esporádico de las relaciones y el miedo a los efectos secundarios de los anticonceptivos, son reforzados con la insuficiente formación sexual dada en las escuelas, haciendo que los jóvenes desconozcan las implicaciones sociales del embarazo, los métodos anticonceptivos existentes, las secuelas del aborto o los costos psicológicos de la adopción. A esto se suma la inconsciencia reproductora del hombre, que elude las responsabilidades en la procreación y el apoyo posterior a los hijos; y cuarto, factores como el menosprecio y la baja autoestima reducen la confianza de los jóvenes en sí mismos, a veces de por vida, lo que aumenta su vulnerabilidad a las experiencias sexuales tempranas y a los enamoramientos intensos e irracionales (Goodyear, Newcomb y Allison, 2000).

Entre estos factores de riesgo más comunes en las adolescentes, encontramos que factores biológicos, como la menarquia precoz, en donde ya están expuestas al riesgo del embarazo más temprano, muestra que debido a su poca madurez, los riesgos del embarazo en adolescentes es la mortalidad materna; tradicionalmente, la literatura sobre las consecuencias fisiológicas del embarazo en adolescentes plantea una serie de problemas de salud resultantes de la inmadurez del cuerpo de la mujer, como la desproporción céfalo-pélvica y la mayor prevalencía de toxemia, anemia, eclampsia y fístulas básico-vaginales. Las adolescentes parecen ser mas vulnerables a determinadas causas de mortalidad materna, como la eclampsia, y menos a otras, como la hemorragia, pero el efecto neto de esas vulnerabilidades diferenciadas seria una mayor mortalidad materna en mujeres muy jóvenes. En el conjunto de causas, en el embarazo de adolescentes de 15 – 19 años se asocia con un riesgo adicional de 20 – 200% de mortalidad materna (Guzmán et al., 2001).

Además, se puede presentar también, la mortalidad infantil, esta de igual forma que la mortalidad materna, como función de la edad de la madre, muestra un patrón en U, aunque el aumento de la tasa en mujeres mayores de 35 años es menos acentuado que en el caso de la mortalidad materna. Hay cierta controversia sobre las razones de la mortalidad infantil levemente superior entre mujeres de 15 – 19 años. Según algunos investigadores, esta mortalidad mayor refleja simplemente un efecto de selección socioeconómica y posiblemente el hecho de que en el grupo de 15 – 19 años hay una alta proporción de primeros nacimientos, los cuales pueden estar sujetos a riesgos mayores. Aun controlando estos factores, diversos investigadores han encontrado asociaciones significativas entre la maternidad precoz y rasgos más altos de mortalidad infanto-juvenil (Guzmán et al., 2001).
Además, en cuanto a los factores psicológicos, visualizados durante la etapa temprana del desarrollo cognoscitivo de la adolescencia, los adolescentes no son capaces de entender todas la consecuencias de la iniciación de la actividad sexual precoz, en la adolescencia media, el sentimiento de vulnerabilidad los hace creer que a ellos no les va a pasar, pues solamente les ocurre a otros. El período entre el inicio de la pubertad y la independencia económica ha aumentado en nuestras sociedades, lo que permite una mayor posibilidad de relaciones pre-matrimoniales; psicosociales, ante la exposición de la depresión familiar. Ya que, debido a un mal funcionamiento familiar que puede disponer al adolescente a una relación sexual prematura, donde se deben considerar las dificultades que enfrentan los y las adolescentes para comunicarse con sus padres y las de estos para dialogar con ellos, sobretodo en temas de sexualidad, a raíz de la resistencia de los adultos para aceptar como legitima la actividad sexual adolescente, en especial cuando esta se produce fuera del contexto del matrimonio o unión (Guzmán et al., 2001).

Por lo tanto, tomar la decisión de confesarle a los padres que se está embarazada, es un paso que gran parte de las adolescentes no se atreve a dar sino hasta después de algunos meses. Esto lleva a que muchas jóvenes se priven de los controles médicos y cuidados requeridos durante la primera etapa de gestación, con el consiguiente riesgo que esto significa: algunas niñas usan fajas apretadas para disimular el crecimiento del abdomen, se alimentan mal, y a veces siguen fumando, ingiriendo alcohol y hasta consumiendo drogas. Lo que ocurre aquí es que el embarazo es una situación no deseada, y forma parte de una realidad que no se quiere asumir. Incluso, en ocasiones llegan a la urgencia de la clínica aquejadas por una molestia abdominal, y es entonces cuando los padres se enteran de que su hija está embarazada. Por otro lado, muchas adolescentes deben enfrentar solas este giro radical en sus vidas, porque los jóvenes están desligándose cada vez más de este asunto. Independiente de los sentimientos que se produzcan en un comienzo, la maternidad siempre se impone, y estas niñas terminan convirtiéndose en excelentes madres, capaces de salir adelante y de establecer buenas relaciones con sus hijos. Lamentablemente, con los hombres no siempre ocurre lo mismo, ya que la sociedad ha establecido que el cuidado de los hijos le corresponde a la mujer (García, 2004).

Al asumir esto, las adolescentes toman ciertas actitudes frente a su embarazo ya que este se manifiesta en gran variedad de acuerdo con las influencias culturales ó temperamentales de clases sociales. De acuerdo al período en que se produzca la gestación podemos encontrar diferentes tipos de actitud de las adolescentes frente al embarazo: en la adolescencia temprana, se presenta mayor influencia de trastornos emocionales y foco de preocupación en su cuerpo, ya que al estar ligada a su madre y a sus propias necesidades, no es capaz de pensar en el embarazo como un evento que culminará trasformándola en madre; en la adolescencia media, se origina el establecimiento de la identidad y de la feminidad, y cambio en el estado de ánimo, mayor depresión, ansiedad, competición con la madre, aislamiento, sensación de rechazo, lo que hace que esta se sienta posesiva con relación al feto, que a su vez ha experimentado como un instrumento poderoso de la afirmación de independencia de los padres. Su actitud es ambivalente: de culpa y de orgullo; en la adolescencia tardía, que se presenta como una etapa de la consolidación de la personalidad y se logra con la integración de la función de madre joven, muy ligados a factores culturales en algunas adolescentes, en las cuales se ve la adaptación al impacto de la realidad y se dedican a los placeres de la vida (Furstengberg, Brocks-Gunn y Chase-Landsale, 1989).

Esto conlleva al rechazo ó a la búsqueda de su pareja. En la etapa de la adolescencia temprana se encuentra estrechamente ligada a su madre, incluso celos a los sentimientos que su hijo podía evocar en su madre, además no hay concepto de desarrollo en una vida individual, la maternidad provoca depresión y aislamiento y no hay lugar para el padre. El varón está ausente de sus planes. Consiguientemente, la etapa de la adolescencia media, presenta fantasía ambiental acerca de la maternidad; por momentos idealizan el futuro; en otros se desesperan con las responsabilidades que se les avecinan y el varón es considerado importante como una esperanza en el futuro. En la etapa de la adolescencia tardía, los sentimientos maternos protectores y sensación de anticipación del hijo presentan búsqueda de afecto y compromiso de parte del varón y establecimiento como un futuro compañero (Ortega, 1996).

Por lo general, al tener ya que enfrentar este problema, la mayoría de los hijos de madres adolescentes tienen como padre a un adulto y es muy frecuente observar marcadas diferencias de edad entre ambos progenitores. Esta heterogamia, que según algunas investigaciones aumenta a menor edad de la mujer, se asocia con inequidades de género vinculadas a un contexto sociocultural que asigna comportamiento de nupcialidad, sexualidad y reproducción distintos en hombres y mujeres (Guzmán et al., 2001).

Sin embargo, cuando las adolescentes dudan en asumir un embarazo, ya sea por que su pareja asume o no la responsabilidad, se encuentra que la mayoría de estos fueron embarazos no deseados o no planificados. En virtud de que los partos de adolescentes en una gran proporción son primeros nacimientos, y dado el alto valor atribuido casi en todas las sociedades a los niños y a la maternidad, es de esperarse que la mayoría de las mujeres declaren que deseaban este hijo o hija. La hipótesis de una mayor proporción de nacimientos no deseados o no planeados en el grupo de edades, de 15 – 19 años que en los demás generalmente no encuentra apoyo en los datos de las encuestas de fecundidad. Sin embargo, es preciso enfatizar que los porcentajes declarados de hijos deseados en todas las edades, incluso en el grupo de 15 – 19, pueden no reflejar la verdadera incidencia de embarazo no deseado por dos motivos; los datos de las encuestas se refieren a hijos nacidos vivos, no a embarazos. En países donde la incidencia del aborto es alta, el porcentaje de embarazos deseados o planeados seguramente es menor que el porcentaje de nacimientos así clasificados; como la pregunta sobre la planificación de los hijos se refiere a hijos ya nacidos, hay una tendencia a la racionalización de los acontecimientos, por lo cual algunas mujeres que no desearon embarazarse en aquel entonces posteriormente afirman que el hijo fue deseado o incluso planeado (Guzmán et al., 2001).

Por lo tanto, la maternidad y paternidad durante la adolescencia traen ciertas consecuencias para los padres adolescentes y para sus hijos. El embarazo tiene un enorme impacto en la salud de la madre adolescente, especialmente en los aspectos psicosociales, lo que es más severo cuando se trata de embarazos no planificados o no deseados (la mayoría). Este impacto negativo ha llegado a tener mayor importancia que los efectos en su salud biológica, dado el desarrollo de servicios y programas orientados a este grupo etario que ha logrado disminuir los riesgos asociados (PNC, 2004).

Sin embargo, tanto miedo, como angustia, rabia, soledad y desesperanza son algunas de las sensaciones que experimentan los jóvenes cuando se convierten en padres antes de tiempo. Y es que si la adolescencia ya es una etapa difícil, en donde se produce una serie de problemas relacionados con la falta de identidad propia, la necesidad de mayor autonomía y la elección de una carrera, asumir la responsabilidad de tener un hijo definitivamente no es fácil.
Esta problemática muestra una tendencia al aumento, y aunque en las sociedades con alto grado de tradición era relativamente normal una maternidad y unión temprana, las nuevas demandas del mundo moderno han tendido a alterar también las consecuencias de los embarazos precoces incluso en las sociedades tradicionales. Estas consecuencias se ven especialmente en tres áreas: la maternidad juvenil, por los riesgos que enfrenta la salud de la joven tras la gestación o el aborto y por las implicaciones de una unión temprana que pone fuertes limitantes al desarrollo educativo, personal y futuro de la joven; los hijos nacidos, enfrentan como sus madres grandes riesgos de enfermedad y muerte, así como abandono y vida de calle que en la mayoría de los casos los lleva a reproducir el ciclo de pobreza; la sociedad en general enfrenta una alta pérdida de población con potencial de instrucción y productividad, una tendencia al aumento en la fecundidad que revierte en un crecimiento poblacional, todo lo cual finalmente afecta el desarrollo socioeconómico de las sociedades (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar [ICBF], 2004).

Además de sus posibles consecuencias negativas en cuestiones de salud, el embarazo adolescente puede traer consigo otras consecuencias desfavorables desde el punto de vista social, interrumpiendo o modificando un proyecto de vida y forzando al padre, y principalmente a la madre adolescente, a suspender su educación y eventualmente a buscar un trabajo para dar sustento a su familia. El tema de la deserción escolar ha traído un interés especial, por su relación con la formación de capital humano y la superación de la pobreza. Sin embargo, en los países en desarrollo, de un modo general, existe poca investigación sistemática sobre la importancia del embarazo precoz como motivo de abandono escolar. Los primeros estudios sobre el embarazo adolescente en los Estados Unidos en general concluyeron que había una fuerte asociación causal entre el embarazo en al adolescencia y el abandono escolar prematuro. Trabajos más recientes han establecido asociaciones más modestas. Por un lado, hay políticas más progresistas con relación a la aceptación de alumnas embarazadas y a la expansión de programas especiales que permiten a los desertores escolares completar su educación por otras vías. Sin embargo, varios estudios también han señalado que las asociaciones inicialmente establecidas estaban sobreestimadas, por no prestar la debida consideración a condiciones preexistentes. Controlando algunos de los factores contextuales, se constata que el efecto del embarazo se reducía, pero no desaparecía completamente (Guzmán et al., 2001).
¿Pero cuáles son las causas de este fenómeno, que hoy por hoy parece ser cada vez más habitual?

García (2004) afirma a propósito de este tema:
Abordar este problema requiere considerar una serie de factores en conjunto: cuando nos enfrentamos al embarazo adolescente, podemos advertir el sentimiento de omnipotencia que tienen los jóvenes, ya que ellos piensan que este tipo de cosas nunca les van a ocurrir. Por eso mismo, tampoco utilizan métodos anticonceptivos, y si lo hacen, lo hacen mal. En esto, además, incide el que la mayor parte de los embarazos son fruto de una actividad sexual esporádica, porque a los adolescentes les cuesta asumir un rol sexualmente activo, debido a que la misma sociedad no lo permite. Eso lleva a que los encuentros sean fortuitos, impensados y ocasionales. La escasa información que manejan los jóvenes, ya sea por la deficiencia que existe en los programas de educación sexual o porque los papás no se atreven a afrontar el tema. La mayoría de estos programas son poco participativos, no dan espacio para que los adolescentes pregunten o despejen sus dudas, y se enfocan principalmente al aspecto biológico. Sin embargo, existen múltiples experiencias que demuestran que proyectos bien estructurados, integrales y adecuados al grupo adolescente, evitan los embarazos precoces y, lo más importante, retardan el inicio de la actividad sexual (p. 36).
Sin embargo, prevenir este problema en los adolescente, inicialmente viene de casa, ya que la responsabilidad que tienen los padres sobre este asunto es importante, García (2004) es enfática en señalar que se trata de algo ineludible:

Los papás suelen pensar que no están preparados para abordar este tipo de temas y creen que hablar de sexualidad con sus hijos es casi como darles permiso para que ellos hagan lo que quieran. Y si bien hay que hablarles abiertamente, tampoco se debe apuntar sólo a la prevención del embarazo, dejando de lado la dificultad que tienen los adolescentes para manejar relaciones de pareja. Muchas veces se sienten inseguros de su atractivo, y se inician en la actividad sexual sólo como una manera de satisfacer sus necesidades de afecto (p. 38-39).
En este sentido, García (2004) asegura que:

Una buena relación con los hijos es garantía de una mayor adhesión a los consejos y permisos
de los padres. Lo que los jóvenes internalicen depende directamente del grado de confiabilidad que tengan con los padres. Si ellos siempre han sido fuentes cercanas y confiables, de seguro que van a ser bien valorados por los hijos. (p. 40).

Precisamente, es frente a este tipo de circunstancias que el apoyo de los padres adquiere una relevancia vital. Los papás deben reforzar el vínculo con sus hijos hombres, de modo que éstos puedan enriquecer también la relación con sus propios hijos. En el tema de la paternidad responsable todavía queda mucho por avanzar, pero los padres deben tener presente que la conducta que adoptan los hijos suele ser el reflejo del modelo que ellos mismos establecieron con anterioridad. Ahora bien, respecto a las mamás jóvenes, uno de los puntos que más complica a los padres es el manejo que deben tener con estas adolescentes, ya que muchas veces se produce una pérdida de confianza importante. Los papás se muestran confundidos, porque no saben si tratarlas como adultos o restringirles aún más los permisos, para evitar que se produzca nuevamente una situación de este tipo. Y es que de hecho, el embarazo precoz es considerado un factor de riesgo futuro, ya que muchas jóvenes llegan a tener dos y hasta tres embarazos no deseados. Debido a lo anterior, los padres deben tener en cuenta que una vez que se ha iniciado la actividad sexual, las jóvenes necesitan contar con un apoyo profesional adecuado, a modo de prevenir la falta de autoconocimiento y control (García, 2004).

Por esto, es necesario que los padres fortalezcan la relación con sus hijas, para que así ellas puedan continuar con su desarrollo normal, reafirmando su autonomía e independencia. Muchas veces se produce un gran daño en la autoestima, porque estas niñas creen que por tener un hijo no van a ser elegidas como pareja, y suelen aferrarse al progenitor de sus hijos, por temor a quedar solas. Aquí es donde los padres deben intervenir, procurando que ellas recuperen su autoestima y construyan un proyecto de vida (García, 2004).

Actualmente, el ambiente social en el que vivimos, acepta fácilmente las experiencias sexuales tempranas y el mal uso de los anticonceptivos, así como la no promoción de la planificación familiar. Es así, como entre los adolescentes que son padres, un alto porcentaje desconoce total o parcialmente la forma correcta de disponer y usar un anticonceptivo (Hidalgo, 1997).

Por esto, es de gran importancia que las adolescentes sean bien instruidas en el conocimiento de su cuerpo, reciban apoyo moral y psicológico de la familia y de la sociedad, para que no se presente el tan común caso de jóvenes embarazadas que no saben que van a hacer con su vida y la de su futuro bebé. Es así, que al no estar bien informados, algunos adolescentes no se interesan por conocer acerca de los métodos de control de natalidad o los síntomas de las enfermedades de transmisión sexual. Como consecuencia, el número de jóvenes que tienen hijos a esta edad y el contagio de enfermedades venéreas está aumentando (Microsoft Corporation, 2003).

En cualquier caso, parte de los embarazos adolescentes no son deseados y resultan de relaciones sexuales no protegidas, a consecuencia, ente otros factores, de la falta de acceso oportuno a información y servicios anticonceptivos. Tanto en estos casos como en aquellos en que las oportunidades que se ofrecen a los jóvenes les niegan opciones de vida mas allá de la construcción temprana de una familia, la persistencia de tasas de embarazo adolescente elevadas puede ser interpretada como una de las dimensiones de la desigualdad social, como una expresión más de la marginación de grandes grupos de jóvenes a los beneficios sociales, culturales y económicos. Un embarazo precoz puede tener efectivamente repercusiones negativas en la posibilidad de la adolescente de alcanzar ciertas metas en su desarrollo psicológico y social, pero la relación inversa puede también ser cierta, hay evidencias, por ejemplo, de que en muchos casos el embarazo es más el resultado que la causa de un conjunto complejo de problemas que incluyen el fracaso escolar y la mala relación con los padres. El desglose de las relaciones causales es uno de los principales desafíos para el estudio del tema (Guzmán et al., 2001).

Teniendo en cuenta todos estos aspectos mencionados anteriormente sobre el embarazo en la adolescencia, se busca que los estudiantes de cuarto semestre de psicología, de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz [E4] tengan mayor información acerca del tema, para disfrutar de una salud sexual y reproductiva plena, capaces de procurar una planificación adecuada y en condiciones de asumir el reto de una maternidad o paternidad responsable en caso de que se de la situación.

Para los fines del argumento, he aquí en pocas palabras, la pregunta de la presente investigación: ¿Cómo cambia la actitud de los E4 frente al embarazo adolescente?
Fundamentalmente se debe aclarar el concepto de actitud. Siendo esta el grado de inclinación hacia un objeto social determinado, en este caso el embarazo en adolescentes, dado por los sentimientos, pensamientos y comportamientos hacia el mismo. Además, es la predisposición positiva o negativa hacia algo o alguien, se compone de tres partes: un conjunto organizado y duradero de convicciones o creencias (elemento cognitivo), dotadas de una predisposición o carga afectiva favorable o desfavorable (elemento evaluativo o afectivo), que guían la conducta de la persona respecto a un determinado objeto social (elemento conductual). La disposición a favor o en contra del objeto de la actitud (elemento afectivo o evaluativo) es considerada por muchos autores lo más característico y propio de las actitudes, que las sitúa en el ámbito de los valores, las dota de capacidad para orientar la conducta de las personas y sugiere las connotaciones ideológicas; es decir, que hace de las actitudes un constructo con connotaciones de motivación o guía de la conducta de las personas. El dinamismo y la amplitud del concepto actitud le conecta con otros términos (hábitos, creencias, valores…), hasta el punto que suele ser habitual una tendencia reduccionista a identificarlas con ellos. En particular, debido a los elementos afectivos (evaluativos) y a la capacidad de las actitudes como guías de la conducta, hemos sostenido que el cambio actitudinal podría ser un elemento clave para favorecer o facilitar también el cambio conceptual (Manassero, Vásquez y Acevedo, 1998).
El concepto de actitud es básico en dos campos: en psicología social y en la teoría de la personalidad. La actitud social es compartida y favorece los intereses sociales por encima de los individuales (Microsoft Corporation, 2003).

A lo largo de la vida, las personas adquieren experiencia y forman una red u organización de creencias características, entendiendo por creencia la predisposición a la acción. Las formas que cada persona tiene de reaccionar ante cualquier situación son muy numerosas, pero son las formas comunes y uniformes las que revelan una actitud determinada (Microsoft Corporation, 2003).

El descubrimiento de que las actitudes siguen a las conductas, y viceversa, emerge de la suposición, ampliamente demostrada, de que los individuos desean preservar la consistencia lógica en sus puntos de vista sobre ellos mismos y sobre su entorno. Algunas teorías sobre la ‘consistencia cognitiva’ han llegado a ser importantes en el pensamiento psicosociológico, al subrayar la idea de que los individuos prefieren pensar que sus acciones son coherentes con sus creencias, y que si perciben inconsistencia entre ambas, ‘disonancia cognitiva’, tratan de reducirla —lógicamente, modificando las creencias antes que las acciones (Microsoft Corporation, 2003).

A través de la investigación empírica, los psicólogos sociales intentan comprender las condiciones bajo las que las personas descubren la disonancia y en las que intentarán reducirla mediante el cambio de actitudes básicas. Los estudios que apoyan la teoría de la disonancia predicen que las actitudes de un individuo hacia un grupo social pueden modificarse si se induce a aquél a modificar su conducta hacia el grupo; el cambio de actitudes representa los esfuerzos que el individuo realiza para que sus ideas sobre ese grupo coincidan con el modo en que se ha comportado con sus miembros (Microsoft Corporation, 2003).

Los criterios metodológicos que se han usado con mayor frecuencia en la investigación sobre las relaciones entre actitud y conducta, pueden agruparse de la siguiente manera: primero, la unidad de observación o detección de actitudes y comportamiento ha sido con mayor frecuencia el individuo antes que el grupo. Es posible que la rigurosidad exigida a la investigación empírica sea, en parte, responsable de esta característica pues es más fácil obtener observaciones precisas, repetibles y controlables en los sujetos que componen un grupo, antes que el grupo en su totalidad; y segundo, las mediciones de actitud se deben hacer en ocasiones separadas, este problema de difícil solución a nivel de los diseños, ha probado tener importancia por que el tiempo que transcurre entre ambas mediciones, es un factor importante para determinar la influencia de una variable sobre la otra y al mismo tiempo para ver sus efectos (Salazar, Montero, Muñoz, Sánchez, Santoro y Villegas, 1982).

Las investigaciones tomadas por el autor del libro, demuestran que en muchas oportunidades de la presentación de la misma investigación o la participación de los sujetos en la aplicación del instrumento, el cambio no de actitud se debe a factores presénciales, motivacionales, competitivos, verbales, intelectuales o sociales. Estos factores influyen sobre el comportamiento de la persona lo que no permite su asociación de la variable aplicada a su cambio de conducta, la misma credibilidad del comunicador en el proceso de credibilidad persuasiva, y de la misma expectativa hacia el comunicador determinado hace que no haya cambio conductual visible después de la presentación de la persuasión (Salazar et al, 1982).

El presente trabajo tiene como objetivo, identificar el cambio en las actitudes de los E4 frente al embarazo en adolescentes. Además, dar a conocer las condiciones por las cuales las adolescentes resultan embarazadas y los daños físicos y psicológicos que sufren, con el fin de comprobar la información acerca de estos factores en las actitudes de los adolescentes; diferenciar las diversas actitudes que se asumen frente al embarazo en adolescentes; y reconocer las características favorables y desfavorables de las actitudes que presentan los estudiantes ante las jóvenes embarazadas; dar a conocer los diferentes componentes de la sexualidad humana, la magnitud y tendencia del embarazo en la adolescente y su proceso de desarrollo psicosexual; facilitar la valoración de la importancia de la sexualidad en la salud y desarrollo de adolescentes; y dar a conocer la actitud de la adolescente y su pareja ante un embarazo.

Los resultados se darían en el cambio de actitud y comportamiento frente al embarazo adolescente y la paternidad o maternidad temprana como un problema en el cual se ven implicados los riesgos tanto sociales como en un mal funcionamiento familiar y sexual.
En cuanto al control del pronóstico, la manera de presentación del tema y la exposición de los diferentes temas en los cuales se desenvuelve el adolescente, muestra como se es vulnerable frente a una situación de embarazo, tanto de su desarrollo normal como adolescente, también en sus cambios físicos, psicosexuales y cognitivos. Además, se presentan los riesgos de tener relaciones a temprana edad y a la reacción que esta tendría sobre los E4 frente al embarazo adolescente con la presentación de varios casos centrados en el embarazo adolescente.
Por último, la hipótesis de trabajo (H1) de esta investigación es que los estudiantes de cuarto semestre de psicología, de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz [E4] presentan un cambio de actitud frente al embarazo adolescente después de la charla, a diferencia de los estudiantes de tercer semestre de psicología, de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz [E3]; la hipótesis nula (Ho) es que los E4 no presentan un cambio de actitud frente al embarazo adolescente después de la charla, al igual que los E3; las hipótesis alternativas (Ha) son: la primera, es que los E4 no presentan un cambio de actitud frente al embarazo adolescente después de la charla a diferencia de los E3; la segunda, es que los E4 presentan un cambio de actitud frente al embarazo adolescente después de la charla al igual que los E3.

Método

Tipo de estudio
Teniendo en cuenta los objetivos y las hipótesis, el presente estudio es explicativo ya que presenta una relación causal, manipula una variable, permite comprobar las hipótesis causales, contribuye al desarrollo del conocimiento científico e implica esfuerzos del investigador y una gran capacidad de análisis, síntesis e interpretación (Kerlinger y Howard, 2002).
Diseño

La presente investigación muestra un diseño cuasi-experimental o comprometido, ya que manipula la variable independiente para ver su efecto y relación con la variable dependiente. Además, se presentan dos grupos: uno que reciba el tratamiento experimental y otro que no lo reciba; los sujetos no son asignados al azar a los grupos, los cuales están formados antes del experimento; por último, la manipulación de la variable independiente es indirecta. Más específicamente presenta un diseño de grupo control no equivalente, lo que implica que no se pueden nivelar los grupos porque deben tomarse tal y como están conformados, es decir, no tiene asignación aleatoria. Además, es el mejor mecanismo para trabajar en ambientes naturales; permite hacer selección aleatoria de la variable independiente; y por último, realiza pretest y postest tanto al grupo experimental como al de control. No obstante, presenta una baja confiabilidad y validez porque no tiene eficiencia en el control (Kerlinger y Howard, 2002).

Participantes

Se escogió una muestra no probabilística ya que los individuos poseen una probabilidad diferencial de ser escogidos. Es también llamada muestra dirigida puesto que selecciona sujetos “típicos” con la vaga esperanza de que serán casos representativos de una población determinada (Hernández, Fernández y Baptista, 1991). La clase de muestra dirigida o no probabilística que se presenta es la de conveniencias, puesto que los grupos ya están establecidos desde antes: 36 personas, 24 mujeres y 12 hombres, con edades entre 19 a 35 años conforman el grupo de E4, grupo experimental; y 28 personas, 18 mujeres y 10 hombres, con edades entre los 19 y los 28 años conforman el grupo de E3, grupo control.
Instrumentos

Para la recolección de la información se utilizaron los siguientes instrumentos: Se aplicará una escala Likert de 20 proposiciones sobre el embarazo adolescente, antes (pretest) y después (postest) de la charla, para evaluar el cambio en las actitudes respecto al título de la presente investigación. El orden de las proposiciones del postest cambia con respecto al pretest, sin embargo, las proposiciones son las mismas (ver Apéndices A, B y C).
El análisis estadístico de la información obtenida se someterá bajo el Statgraphics plus 5.0.

Procedimiento

Luego de leer las instrucciones para aplicar el pretest tanto a los E4 como a los E3, se aplicará la
escala Likert a ambos grupos y posteriormente se le presentará una charla al grupo experimental únicamente. Sólo los E4 reciben una charla de carácter informativo que permita educar respecto al título de la presente investigación (grupo experimental). Mientras que los E3 no reciben la charla (grupo control). Esto con el fin de poder comparar ambos grupos, ya que a continuación, se volverá a aplicar la misma escala Likert tanto al grupo experimental como al grupo control, pero con las proposiciones en diferente orden para evitar presentar invalidez externa por sensibilidad a pruebas previas.

Resultados

El objetivo de la presente investigación fue identificar el cambio de actitud de los E4 frente al embarazo adolescente y, a su vez, dar a conocer las condiciones por las cuales las adolescentes resultan embarazadas y los daños físicos y psicológicos que sufren; diferenciar las diferentes actitudes que se asumen frente al embarazo en adolescentes; reconocer las características favorables y desfavorables de las actitudes que presentan los estudiantes ante las jóvenes embarazadas; dar a conocer los diferentes componentes de la sexualidad humana, la magnitud y tendencia del embarazo en la adolescente y su proceso de desarrollo psicosexual y facilitar la valoración de la importancia de la sexualidad en la salud y el desarrollo de adolescentes.
Se procedió al análisis de la información obtenida por medio de la apuración de los instrumentos, y a partir de la elaboración de una base de datos.
Posteriormente se sometió toda la información al análisis estadístico bajo el Statgraphics plus 5.0, con un nivel de significancia de 0.05.

Al comparar el pretest y postest tanto del grupo experimental como del grupo control, se presenta un p-value de 0,000585637, en relación al grupo experimental y un p-value de 0,0547068 en relación al grupo control, lo que quiere decir que se rechaza la hipótesis de trabajo de la presente investigación, la cual afirma que los E4 presentan un cambio de actitud frente al embarazo adolescente después de la charla a diferencia de los E3. Al comparar el pretest del grupo experimental, con el pretest del grupo control, se presenta un p-value de 0,0673528 lo que quiere decir que se acepta la hipótesis de trabajo, es decir que la actitud frente al embarazo adolescente del grupo experimental es diferente a la del grupo control. Mientras que al comparar el postest del grupo experimental con el postest de grupo control, se presenta un p-value de 0,000124298, lo que quiere decir que se rechaza la hipótesis de trabajo, es decir, que la actitud frente al embarazo adolescente del grupo experimental es la misma a la del grupo control.

Por lo tanto, se acepta la primera hipótesis alternativa, la cual afirma que los E4 no presentan un cambio de actitud frente al embarazo adolescente después de la charla a diferencia de los E3.

Respecto a las frecuencias de respuesta de calificación de los ítems de la escala likert, se pudo observar al comparar el pretest con el postest del grupo experimental, un decremento del 14% en la frecuencia de respuestas de completo desacuerdo (1) y desacuerdo (2) y un incremento del 15% en la frecuencia de respuestas de acuerdo (4) y completo acuerdo (5) (véase Tabla 1).

Tabla 1
Respuestas de Calificación de los Ítems del Pretest y Postest del Grupo Experimental
1 2 3 4 5 TOTAL
Pretest GE 11% 24% 11% 34% 20% 100%
Postest GE 3% 18% 10% 46% 23% 100%

Mientras que al comparar el pretest con el postest del grupo control se presenta un incremento del 9% en las respuestas 1 y 2 y un decremento del 6% en las respuestas 4 y 5 (véase Tabla 2).
Tabla 2
Respuestas de Calificación de los Ítems del Pretest y Postest del Grupo Control
1 2 3 4 5 TOTAL
Pretest GC 7% 13% 19% 45% 17% 100%
Postest GC 5% 24% 16% 47% 8% 100%

Al relacionar el pretest del grupo experimental y el pretest del grupo control se presentó un decremento del 15% en la frecuencia de respuestas 1 y 2 y un incremento del 8% en la frecuencia de respuestas 4 y 5 (véase Tabla 3).
Tabla 3
Respuestas de Calificación de los Ítems del Pretest del Grupo Experimental y Pretest del Grupo Control
1 2 3 4 5 TOTAL
Pretest GE 11% 24% 11% 34% 20% 100%
Pretest GC 7% 13% 19% 45% 17% 100%

Por último, al relacionar el postest del grupo experimental y el postest del grupo control se presentó un incremento del 8% en la frecuencia de respuestas 1 y 2 y un decremento del 13% en la frecuencia de respuestas 4 y 5 (véase Tabla 4).
Tabla 4
Respuestas de Calificación de los Ítems del Postest del Grupo Experimental y Postest del Grupo Control
1 2 3 4 5 TOTAL
Postest GE 3% 18% 10% 46% 23% 100%
Postest GC 5% 24% 16% 47% 8% 100%

Discusión

La presente investigación permitió abordar la actitud de los E4 frente al embarazo adolescente, las condiciones por las cuales las adolescentes resultan embarazadas y los daños físicos y psicológicos que sufren, las diferentes actitudes que se asumen frente al embarazo en adolescentes, las características favorables y desfavorables de las actitudes que presentan los estudiantes ante las jóvenes embarazadas, los diferentes componentes de la sexualidad humana, la magnitud y tendencia del embarazo en la adolescente y su proceso de desarrollo psicosexual y la valoración de la importancia de la sexualidad en la salud y el desarrollo de adolescentes.

Limitaciones importantes de la presente investigación como las fuentes de invalidez internas y externas generaron que los resultados obtenidos no fuesen significativos en términos de representatividad. Por ejemplo, la perdida de varios participantes, porque de 21 sujetos que conformaban el grupo experimental, 7 no asistieron a la charla y 2 no presentaron postest, lo cual indica que solo 12 sujetos conformaron la muestra real para realizar los resultados, generando la fuente de invalidez interna llamada mortalidad. Esto mismo ocurrió al grupo control, aunque no tan representativo, ya que sólo un sujeto no presentó el postest. Por otro lado, la interferencia entre tratamientos debido a que consecutivo a una charla, se presentaba otra, con lo cual, la charla anterior puedo haber influido en los resultados de la segunda charla, pues se generaba fatiga y por consiguiente, los estudiantes respondían sin leer previamente las proposiciones, sesgando la información; la sensibilidad a pruebas previas generó que los resultados en el postest se sesgaran también, ya que al mismo tiempo en que se aplicaba la charla también se presentaban las pruebas, por lo tanto, habían otras intervenciones que influyeron en las respuestas que daba el sujeto; la situación del individuo debido a la reacción de los participantes a la manipulación, ya que en algún momento debido a la múltiple aplicación de las pruebas y charlas, los voluntarios empezaron a sentirse obligados a responder ante las aplicaciones. Todas estas fuentes de invalides externa junto con las internas favorecieron la no significancia de los resultados en términos de la representatividad.

Es importante resaltar la teoría de Salazar et al (1982), en la cual los autores plantean los criterios metodológicos que se han usado con mayor frecuencia en la investigación sobre las relaciones entre actitud y conducta, de los cuales, la unidad de observación o detección de actitudes y comportamiento ha sido con mayor frecuencia el individuo antes que el grupo. En este sentido, es posible que la rigurosidad exigida a la investigación empírica sea, en parte, responsable de esta característica pues es más fácil obtener observaciones precisas, repetibles y controlables en los sujetos que componen un grupo, antes que el grupo en su totalidad y por esta razón se presenta cambio en la actitud frente al embarazo adolescente en una pequeña cuota de la muestra, generando que los resultados no sean significativos en términos de la representatividad. Además, la teoría de Salazar et al (1982) también plantea que las mediciones de actitud se deben hacer en ocasiones separadas, lo que no ocurrió en esta circunstancia, ya que se aplicó tanto en la prueba como en la manipulación junto a otra sobre trastornos alimenticios: anorexia. Este problema de difícil solución a nivel de los diseños, ha probado tener importancia, ya que según Salazar et al (1982), el tiempo que transcurre entre ambas mediciones, es un factor importante para determinar la influencia de una variable sobre la otra y al mismo tiempo para ver sus efectos, generando en la presente un sesgo en los resultados que explica el cambio no significativo de la actitud frente al embarazo adolescente luego de la charla, tanto del grupo experimental como del grupo control.
Uno de los objetivos fundamentales de este estudio fue identificar el cambio en las actitudes de los E4 frente al embarazo adolescente.

Para hacer referencia a los resultados encontrados en la investigación en cuanto a cambio de actitud, es importante resaltar que el descubrimiento de que las actitudes siguen a las conductas, y viceversa, emerge de la suposición, ampliamente demostrada, de que los individuos desean preservar la consistencia lógica en sus puntos de vista sobre ellos mismos y sobre su entorno. Algunas teorías sobre la ‘consistencia cognitiva’ han llegado a ser importantes en el pensamiento psicosociológico, al subrayar la idea de que los individuos prefieren pensar que sus acciones son coherentes con sus creencias, y que si perciben inconsistencia entre ambas, ‘disonancia cognitiva’, tratan de reducirla —lógicamente, modificando las creencias antes que las acciones. A través de la investigación empírica, los psicólogos sociales intentan comprender las condiciones bajo las que las personas descubren la disonancia y en las que intentarán reducirla mediante el cambio de actitudes básicas. Los estudios que apoyan la teoría de la disonancia predicen que las actitudes de un individuo hacia un grupo social pueden modificarse si se induce a aquél a modificar su conducta hacia el grupo; el cambio de actitudes representa los esfuerzos que el individuo realiza para que sus ideas sobre ese grupo coincidan con el modo en que se ha comportado con sus miembros (Microsoft Corporation, 2003). En este sentido, se encontró que los E4 presentaron un cambio en la actitud frente al embarazo adolescente no significativo en términos de la representatividad, por lo que para poder confirmar o falsear alguna de las teorías anteriormente mencionadas habría que realizar una nueva investigación al respecto teniendo control de la fuentes de invalidez interna y externa para tener una mayor credibilidad de los resultados. Sin embargo, según los estudios que apoyan la teoría de la disonancia, se espera que gracias a la charla los pocos E4 que conformaron la muestra modifiquen su actitud y posteriormente su conducta con respecto a los embarazos adolescentes. Además, los adolescentes son quienes presentan un típico fenómeno de invulnerabilidad, impidiendo también, aunque se intente, el cambio de actitud frente al embarazo adolescente. Por lo que es recomendable realizar este tipo de charlas y otras formas de educación sexual y psicoafectiva al final de la niñez y comienzo de la adolescencia.

Por último, tal y como los resultados lo demuestran, la presente investigación sustenta la hipótesis alternativa que plantea que los E4 no presentan un cambio de actitud frente al embarazo adolescente después de la charla a diferencia de los E3.

Como gran síntesis de la investigación se puede resaltar que los resultados aquí obtenidos servirán a futuros investigadores para tener un mejor control de las fuentes de invalidez y también para cualquier lector, ya que puede a través de este conocer tanto la importancia que tiene el problema del embarazo en los adolescentes, como las estadísticas nacionales e internacional actuales, los factores de riesgo y prevención y las consecuencias que esta genera.

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